Hábitos de felicidad – Día 27: La felicidad es contagiosa
Un dato curioso: ¿Sabías que la felicidad es contagiosa? Es posible que no te hayas dado cuenta de que esto es cierto, pero estoy seguro de que lo has experimentado. Piensa en un momento en el que estuviste con una persona que estaba experimentando pura alegría. Los niños se especializan en ser completamente felices, pero también en compartir y expresar esa alegría exuberante. Si estás cerca de un niño pequeño que se ríe, se ríe y se lo pasa en grande, no puedes evitar sonreír. Su felicidad nos hace más felices porque es contagiosa, algo así como un bostezo, pero mejor. Mira la foto con la publicación, no puedes evitar sonreírles. Fue muy divertido navegar a través de fotos de personas felices y riendo, ¡lo sugiero encarecidamente!
Dado que la felicidad puede propagarse de persona a persona, podemos usarla para compartir nuestra alegría y emoción. Úsalo para marcar la diferencia en lo feliz que te sientes en un día determinado y no tengas miedo de difundirlo.
Empápate de la felicidad
Cuando tienes un día difícil, animarte puede ser tan simple como encontrar a una persona feliz. Rodéate de personas positivas que son buenos para compartir la alegría. Encuentra tus propias porristas personales a las que puedas recurrir cuando necesites un pequeño impulso. Si bien ver una comedia o una película feliz puede ayudar, experimentar la felicidad en persona parece tener un impacto mucho mayor en cómo te sientes. Sal y empápate de la felicidad.
Difunde la felicidad a tu alrededor
No solo puedes alimentarte de la felicidad de los demás, sino que también puedes comenzar a difundirla. Leerás en el próximo post sobre cómo dar nos hace más felices que recibir. En esa misma línea, compartir tu felicidad te beneficiará tanto a ti como a quienes te rodean. Si estás ahí fuera compartiendo intencionalmente tu alegría y emoción con quienes te rodean, crearás una energía positiva que es contagiosa. Empezarás a notar que tu familia y amigos sonríen más, se ríen contigo y pasan un buen rato.
Entonces sucede algo interesante. Comienzas a alimentarte de sus vibraciones positivas y felicidad, aumentando tu propia alegría. Sigue así y crearás una espiral de felicidad que se extenderá por todas partes. Una simple sonrisa o una risa compartida pueden cambiar el estado de ánimo de todo un grupo de personas. Eso es algo muy poderoso.
A medida que interactúas con las personas, comienza a prestar atención al estado de ánimo y ten en cuenta que los sentimientos de felicidad y tristeza pueden ser contagiosos. Usa lo que hemos hablado en esta publicación a tu favor y, cuando corresponda, cambia el estado de ánimo en la habitación compartiendo felicidad. No tienes que estar explotando de alegría para marcar la diferencia. En su lugar, tómate un momento para concentrarte en un recuerdo feliz o piensa en lo que estás agradecido. A continuación, muestra y comparte la felicidad que has creado y observa cómo viaja por la habitación. Sonríe, ten una conversación alentadora, conviértete en animadora y trabaja para hacer del mundo un lugar más feliz.
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